El reloj de pared del abuelo

Detrás de una canción muy antigua que dice “el reloj del abuelo era tan grande y tan pesado era su manejo, que noventa años pasó en el suelo,” hay una leyenda que habla de un abuelo muy cascarrabias y un irritante reloj que desde el mismo primer momento, y “se compró en la mañana en la que el viejo nació” hizo la vida del pobre hombre completamente miserable, debido al hábito incurable del reloj de enredar la manillas siempre que intentaran pasar la una sobre la otra.
Estos parones semi ocasionales se incrementaron a medida que, con la edad, el viejo se hacía más irascible, sus manos de debilitaban más y menos capaz se veía de corregir las quejosas bufonerías del terco reloj. Basta que un día las manillas se enredaron otra vez parando el reloj y el viejo se enfureció tanto, tal fue su furiosa pasión, que le dio un ataque y cayó tieso como un tronco.
“y el reloj se paró en seco,
para nunca más funcionar,
cuando el viejo cayó muerto.”
Me dieron una fotografía del reloj, que tenía la clásica figura de la mujer que representa el tiempo, y me chocó darme cuenta de que, sabiendo que las manillas de las horas y los minutos se encallaban juntas, podríamos averiguar la hora en que el viejo “cayó muerto” desde la posición de la segunda manilla, sin ver la esfera del reloj. La idea de poder saber la hora exacta, solo viendo los minutos puede resultar extraña, aunque no es un acertijo tan difícil como parece.