La edad de Smith

Smith trabaja en una agencia de seguros y se pasa tanto tiempo pensando en números, datos y tablas de defunciones, que no sabe hablar de nada más. Cuando tiene que resolver un problema estadístico va a su casa corriendo para explicárselo a su mujer, de la que siempre dice que no tiene ni idea de matemáticas, para ilustrarla en el arte de los números.

No hace mucho, ella le explicó un problema que hará que él se lo vuelva a pensar dos veces antes de ir a casa con chismes matemáticos. Sucedió que él llegó a casa y, después de explicar uno de sus acertijos estadísticos, que por cierto, no encontró la recepción entusiasta que él esperaba, fanfarroneó con que si su media naranja conseguía exponerle un problema sobre fechas o edades que él no pudiera resolver en 10 minutos, se comprometía a no explicarle ningún acertijo hasta que se cumpliera el primer aniversario de ese día. Seguramente él se refería al año siguiente, pero como esto pasó un 29 de febrero de 1896 no le quedó más remedio que cumplir su promesa de forma literal.

El problema que le propuso su mujer fue:

“A ver, Tom, si tú tenías tres veces mi edad cuando nos conocimos por primera vez, y ahora tengo exactamente la edad que tú tenías entonces, y cuando tenga tres veces mi edad actual la suma de nuestros años será de 100 año exactos, ¿me puedes decir qué edad tendrás el próximo 29 de febrero?“