No me lo creo

No me lo creo

George Washington exclamó su madre enfadada, “tu padre dice que no se puede dar la vuelta sin que le desaparezca tabaco, que tenía una cajetilla llena encima de su mesa cuando se fue esta mañana al pueblo a buscar un brazal, o no se qué herramienta que necesitaba y que cuando volvió le habían desaparecido la mitad. Y que mientras estaba hablando de esto a sus amigos, la mitad de los que le quedaban desaparecieron. Que se fue a casa de Franklin a buscar aceite para echarle a no se qué silbato que estaba arreglando y que cuando volvió, la mitad de los que aun habían, habían desaparecido. Entonces viene a echarme la bronca a mi, ¡como si hubiera sido yo la que ha estado fumando! y entonces vuelve a mirar y sólo le queda uno.

¿¡Y me dices que no le has cogido ni uno!? “

“Mamá,” le dice su honrado hijo, “es que es ese el que no he tocado.”

A ver si podéis decirme ¿cuántos cigarros ponían en las cajetillas de tabaco en aquella época?.