Investigación sobre la modificación cerebral e intestinal con dietas altas en grasas.

Científicos de la Universidad de Georgia, la Universidad Estatal de Washington y la Universidad de Binghamton, han elaborado un amplio estudio donde exponen sus conclusiones sobre los cambios cerebrales e intestinales producidos por dietas altamente ricas en grasas.
El estudio se ha realizado con ratas a las que se les ha sometido durante varias semanas a una dieta alta en grasas. Los análisis han demostrado que los roedores han sufrido un cambio significativo de la población microbiana de su intestino y una alteración cerebral vinculada a la sensación de saciedad. Como consecuencia, el cerebro de las ratas ya no percibía correctamente las señales químicas de saciedad, conduciéndoles a comer en exceso, provocándoles en algunos de ellos obesidad.
Los circuitos cerebrales de las ratas se reorganizaban debido al desequilibrio en la dieta, induciendo inflamación en ciertas regiones cerebrales que son responsables de la conducta alimentaria. En conjunto, los circuitos cerebrales reorganizados y la inflamación, alteraban la sensación de saciedad de las ratas.
Un metabolismo normal es un metabolismo equilibrado y este equilibro se puede visualizar también en las poblaciones de los distintos tipos de bacterias que poseemos los seres vivos en nuestro intestino. Cuando se empezó a alimentar a las ratas con una dieta diferente, el estudio mostraba que hay un efecto inmediato ya que los diferentes nutrientes alteraban el microambiente interno del intestino y, mientras algunas bacterias comenzaban a multiplicarse de forma exponencial, otras disminuían drásticamente.
Colateralmente, estos cambios causaban en las ratas una inflamación que dañaba las células nerviosas que llevan las señales desde el intestino al cerebro, produciendo alteraciones en las señales que transportan información al cerebro.
Durante la historia evolutiva del ser humano, la dieta ha estado basada en alimentos naturales, extraídos de la Madre Naturaleza sin alterar. Hoy en día, resulta complicado encontrar alimentos naturales, salvo que los produzca uno mismo. Este estudio de investigación va a ofrecer una nueva visión de cómo el equilibrio en la flora bacteriana intestinal y la comunicación con el cerebro, puede alterarse de forma significativa debido a una forma moderna de alimentación basada en un alto contenido en grasas y azúcares. A la larga, los desequilibrios podrán producir un funcionamiento incorrecto de nuestro cerebro provocando señales incorrectas de saciedad, con el peligro de que el comportamiento conductual pueda conducir a la obesidad y a sus trastornos asociados.
Fuente: Society for the Study of Ingestive Behavior