Análisis psicosocial a partir de los enfoques teóricos sobre el comportamiento colectivo
A principios de siglo, América era el destino favorito de la emigración española y, más tarde a partir de los 50, Europa fue el punto de mira para una sociedad española que se vió obligada a hacer las maletas para buscar un futuro mejor para sus hijos. Y, en su gran mayoría, lo encontró. Sin embargo, España, en las dos últimas décadas, ha pasado de ser un país eminentemente emigrante a convertirse en destino para la inmigración, sumándose a la Europa receptora, y al resto del Primer Mundo, que califican al inmigrante como “extranjero”, como “inferior” culturalmente, que solo busca al “opulento” Occidente en una huída de la falta de los mínimos para vivir dignamente en su país de origen.
La discriminación y la marginación de los inmigrantes se ha convertido en un lamentable tema de actualidad.
El inmigrante es una persona extraña, ajena a los patrones culturales de la sociedad receptora. Se convierte en el “otro”, “diferente”, que altera la “normalidad social establecida”. Esta concepción está basada en una serie de prejuicios etnocéntricos que buscan explicar las diferencias entre el nosotros y el ellos, justificando actitudes discriminatorias tanto a nivel individual como social, y llegando a admitir como lícitos abusos a distintos niveles, como por ejemplo el ofrecimiento de trabajos de baja cualificación, con horarios imposibles y salarios muy inferiores a los habitualmente pagados a “uno” de la casa...