Las tan temidas vacaciones.
Las tan deseadas vacaciones de verano siguen siendo el momento más difícil y complicado para parejas que no pasan por un buen momento.
El mayor tiempo que hay para pasarlo juntos, los viajes, los niños, etc… hacen que el verano se convierta en uno de los peores enemigos de la vida conyugal. En un solo mes se pueden llegar a acumular un tercio de las rupturas de todo el año.
Y en Septiembre, los juzgados y abogados ven su trabajo, cuanto menos, duplicado o incluso triplicado con peticiones de divorcio.
Pero, ¿es realmente el verano y las vacaciones lo que hace que se produzca este fenómeno año tras año? Evidentemente la respuesta es No.
La falta de comunicación y la no gestión adecuada de los conflictos, que se van acumulando durante el año, hace que en esta época del año, en la que el tiempo en familia aumenta considerablemente, se produzca la “explosión”.
Durante el año, la rutina en el trabajo, horarios, colegios, comidas, etc… hace que las parejas no dediquen el tiempo suficiente a la gestión de sus conflictos y a comunicarse de forma efectiva. Y todo ello se hace mucho más evidente cuando la pareja dispone de tiempo para estar realmente juntos, momento del año en el que no hay escapatoria, y las tensiones no gestionadas y ocultas afloran.
La ruptura de las rutinas puede llegar a desestabilizar de tal modo a las personas más vulnerables ante los cambios que llegan a sufrir estados de ansiedad, fobias y depresiones.
A lo largo del año, todo se organiza en función de los horarios laborales y de los colegios de los niños, y no siempre en relación a la familia o la pareja. Y todo lo que queda pendiente aparece en las épocas en las que la familia convive en mayor número de horas, no solo en verano, sino también las Navidades sería otro de los momentos claves. Incluso empieza a ser cada vez más frecuente el que una pareja, cada viernes del año, esté deseando que vuelva el lunes para volver al trabajo y volver a la rutina, que le evita pensar en sus dificultades y enfrentarse a ellas para su resolución.
Y llegado a esta conclusión, ¿cuál sería la solución para evitar que este fenómeno se siga repitiendo año tras año, en cada periodo vacacional?
La respuesta, en mi opinión, es Respeto, Confianza y Comunicación Efectiva, para poder hacer una gestión eficaz de los conflictos. Sencilla teóricamente aunque quizá la parte práctica sea la más complicada.
No siempre que hablamos lo hacemos para el otro, sino para nosotros mismos. Y no siempre que escuchamos lo hacemos de forma activa, sino que simplemente estamos oyendo y no escuchando al otro.
Y estos no son actos de comunicación efectiva, y por tanto de respeto que generen la suficiente confianza para poder exponer nuestras necesidades y sentires al otro.
Si uno de estos pilares está roto o es disfuncional, tendrá como consecuencia el derrumbe de los otros y de ahí a la ruptura de la pareja.
Y la solución no pasa necesariamente por el divorcio, sino intentar recomponer estos pilares.
Algunas claves antes de la ruptura definitiva:
1. Aprender a comunicarse de forma efectiva à escucha activa
2. Aprender a escuchar las necesidades del otro y pactar.
3. Aprender a ser flexible
4. Dedicar tiempo a la pareja durante todo el año
Y si no se logra hacer en la pareja, darse una oportunidad solicitando ayuda profesional a un psicólogo especialista, antes de la ruptura definitiva. Si las personas no se relacionan de forma sana, una nueva pareja o la soledad no arreglan el problema. Es solo una huida hacia delante.