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Los Trastornos de la Conducta Alimentaria son enfermedades producidas por la interacción de diferentes causas de origen psicológico, familiar, biológico y sociocultural. Los más conocidos son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, la obesidad y, cada vez más frecuentemente, la sobreingesta compulsiva o "atracón", que puede conducir a la obesidad. Asimismo, en las sociedades más desarrolladas, se dan cada vez más casos de ortorexia u obsesión excesiva por la comida sana.
En estos trastornos suele ser característico la ausencia o poca conciencia de estar enfermo, por lo que son enfermedades detectadas, en primera instancia, en el entorno familiar o social próximo.
Existe un espectro muy amplio de trastornos alimentarios y los casos no siempre cumplen todos los criterios diagnósticos de anorexia, bulimia u obesidad y, no por ello el trastorno deja de ser importante, por lo que hay que diagnosticarlos y tratarlos con prontitud antes de que se degrade la calidad de vida del individuo o se produzcan efectos irreversibles en la salud.
Dentro de la susceptibilidad para desarrollar este tipo de trastornos, la herencia genética juega un papel relevante, tanto en la obesidad, como en la anorexia y bulimia. Asimismo, factores biológicos como la existencia de disfunciones en los ejes del hipotálamo-hipófisis-adrenal y gonadal, así como anomalías en la neurotransmisión cerebral, están realcionados con los trastornos alimentarios. También pueden influir desórdenes psicológicos, que generan a su vez síntomas psiquiátricos, como son las actitudes anómalas relacionadas con la alimentación. Por último y, con cada vez más fercuencia, los factores socioculturales cobran un papel relevante en la modificación de la ingesta y, la obsesión por el adelgazamiento para tener una "bonita figura", generado por un contexto social y cultural en el que la delgadez es bien vista y la gordura no.
Terapias y tratamientos de psiconutrición
El equipo multidisciplinar de psicólogos, médicos y nutricionistas de Vértices Psicólogos, ofrece psicoterapia combinada con dietas y complementos alimenticios, en nuestros centros y consultas de la Zona Noroeste de Madrid (A6), en Las Rozas, Galapagar, Boadilla, Majadahonda, Pozuelo, Villalba, Torrelodones, El Escorial y en Madrid capital, reconstruyendo los hábitos alimenticios conductuales desde la base, estableciendo rutinas y disciplinas armónicas con la vida y entorno del paciente y, tratando la ansiedad durante el proceso de pérdida de peso para eliminar el sufrimiento del paciente y, de esta forma, evitar la depresión y el abandono del tratamiento.
El tratamiento de psiconutrición se estructura alrededor de las cuatro principales áreas de intervención: psicológica, psiquiátrica, médica y nutricionista. Nuestro equipo aplica tratamientos intensivos multidisciplinares, trabajando de forma coordinada a lo largo de todo el proceso. Dependiendo de los objetivos que se establecen en el plan de tratamiento, las necesidades del paciente y el momento en el que se encuentra este, adquiere mayor o menor protagonismo un departamento u otro del equipo asistencial.
El área psicológica se encarga del tratamiento desde la Terapia Individual y, caso de ser necesario incluirlo en el programa, el asesoramiento familiar y la terapia familiar. De esta forma se cubren los aspectos más personales, concretos y familiares.
Desde el área psiquiátrica se realiza una orientación diagnóstica inicial, y la posterior elaboración del diagnóstico, en colaboración con las áreas de Psicología y Medicina.
El equipo de médico se ocupa de la estabilización física y rehabilitación nutricional, así como del tratamiento de las posibles complicaciones orgánicas del trastorno, participando además en el diseño de una pauta nutricional adequada y de su modificación progresiva en función de la evolución física y antropométrica de cada persona.
Por último, el equipo de nutricionistas, diseña el plan alimenticio en detalle, adaptado a la patología del paciente y a su estilo de vida, añadiendo complementos alimencios si fueran necesarios y, minimizando el impacto de la dieta en los hábitos y comportamiento diario del paciente, evitando así su frustración y el riesgo de abandono del tratamiento.
La nutrición emocional
El estado de ánimo influye en la forma de alimentarnos y, como prueba de ello, la comida se convierte en uno de los refugios más fáciles y accesibles. Aquellos alimentos que poseen un elevado contenido en grasas, azúcar y sal suponen, en la mayoría de los casos, el mejor consuelo. Por ello, la nutrición emocional pretende, a través de las habilidades psicológicas, enseñar a distinguir entre el hambre físico y aquel que está marcado por la ansiedad o la apatía.
Si bien el comer, produce en la mayoría de las ocasiones, una sensación de placer y bienestar, el simple hecho de estar contento o, por el contrario, deprimido, puede influir y alterar la forma de alimentarnos. Es más fácil que nuestra alimentación sea la adecuada si estamos de buen humor y tranquilos, que cuando nuestro estado de ánimo es negativo, ya que las sensaciones que lo acompañan pueden hacer que busquemos refugio y alivio en la comida.
La forma en la que nos alimentamos está condicionada por el cerebro emocional. En muchas ocasiones comemos más para anestesiarnos que para alimentarnos. Desde que somos niños nos han premiado y castigado con la comida y, el cerebro ha ido registrando toda esa información y la ha integrado en la vida cotidiana y, en especial, cuando surgían dificultades. Por todo ello y, dado que el ritmo de vida actual caracterizado por las prisas, ha generado que se coma de cualquier manera, en cualquier lugar, a cualquier hora y sin apenas dedicarle el tiempo necesario, debemos empezar a aprender a distinguir entre el hambre físico y el hambre emocional.
REGULAR LAS EMOCIONES
No debemos permitir, que la comida de convierta en el único mecanismo del que disponemos para regular nuestras emociones. La obesidad es un claro ejemplo de las patologías que tienen su base en lo que llamamos el "comer emocional''. Los alimentos de alto aporte calórico, esconden una relación directa con las emociones y, son aquellos que suelen apetecer más tanto en momentos de euforia como en los depresivos. Una vez que la persona los ingiere, se promueve la segregación de sustancias en los sistemas de recompensa de nuestro cerebro.
Regulados por neurotransmisores, estos tipos de alimentos permiten que el individuo desarrolle conductas aprendidas, que responden tanto a hechos placenteros como de desagrado. La sobreestimulación excesiva de este sistema produce, en algunas personas, con o sin predisposición genética para ello, cambios bioquímicos permanentes que modifican la respuesta a estímulos externos y, por tanto, el comportamiento en general, conduciendo a la creación de un proceso retroalimentado placer-ingesta, que conduce a la obesidad.
En Vértices Psicólogos, enseñamos a los pacientes a regular sus emociones a través de mecanismos conductuales, que permitan desarrollar recursos propios alternativos a la ingesta excesiva de ciertos alimentos, a la par que los "enseñamos a comer" de forma que el abandono de los excesos no produzca el "sentido de pérdida" y conduzca a otros estados patológicos o el abandono del tratamiento.
EL PELIGRO DE LA RESTRICCION
Al restringir de la dieta ciertos alimentos, puede incrementarse la sensación de angustia y, a la larga, desembocar en un consumo descontrolado de los mismos. Por ejemplo, el azúcar influye en los estados depresivos y actúa como un círculo vicioso. Aquellas dietas restrictivas que carecen de hidratos de carbono y azúcar, conducen a los pacientes a hiperreaccionar ante acontecimientos que pueden resultar normales cuando no se está haciendo dieta. Cuando se produce un atracón de esos alimentos azucarados, por ejemplo, se genera una descompensación hormonal, que aumenta el sentido de culpa y el estado de tristeza.
Las técnicas y metodologías de psiconutrición de Vértices Psicólogos, con el apoyo de las terapias aplicadas, no solo restringen moderadamente ciertos alimentos o la combinación de los mismos, sino que permiten eliminar el "efecto rebote" de la descompensación hormonal, tanto a nivel físico como psíquico, enseñando a comer de una forma equilibrada y racional sin generar estrés o ansiedad, modificando la conducta de forma natural.