El problema de las botellas

El problema de las botellas

Os propongo un problema de sustracciones y divisiones, que os demostrará la importancia de estar medianamente puesto en aritmética básica, independientemente de a lo que uno se dedique en la vida. Los que tengáis aversión por las cifras, no os desaniméis, pues en este caso la resta y la división requieren más de la astucia de un Sherlock Holmes que de los conocimientos de un matemático.

Parece ser que a un caballero le robaron en la bodega, llevándose dos docenas de botellas de vino que los ladrones podrían haber conservado si hubieran sido tan buenos en divisiones como lo eran en sustracciones. Se llevaron 12 botellas de un cuarto y 12 botellas de medio cuarto, pero como las encontraron demasiado pesadas para cargar, decidieron reducir el peso brindando por el éxito de sus respectivos candidatos en las próximas elecciones y bebiéndose cinco botellas de un cuarto y cinco de medio cuarto. Para no dejar rastro, se llevaron con ellos las botellas vacías. Pero cuando llegaron a un lugar seguro y fueron a repartirse el botín, no pudieron dividir en partes iguales las siete botellas de un cuarto llenas y las cinco vacías ni las siete botellas de medio cuarto llenas y las cinco vacías. No hace falta que os diga, que la división les habría resultado mucho más fácil, si la bebida no les hubiera confundido tanto el cerebro.

Como no quiero que penséis que tengo demasiada información respecto a este asunto un tanto escabroso, os pido que seáis vosotros los que me digáis cuántos ladrones habían, y cómo dividieron los siete cuartos y los siete medios cuartos de vino, así como las cinco botellas de cuarto vacías y las cinco de medio cuarto, para que cada ladrón tuviera una parte equitativa.

Se da por sentado que no se puede transferir vino de una botella a otra, cualquier ladrón de licores sabe que no se puede manipular el vino de esa manera, así que nada de usar ese tipo de trucos malabares en este acertijo.

Seguramente os habréis dado cuenta ya por vosotros mismos y no hace falta que os lo diga, pero el caso es que nuestros ladrones no eran muy listos y después de dividirse las botellas se pusieron a discutir y a pelearse. Hasta que el alboroto atrajo la atención de dos policías que pasaban por allí y que se bebieron todo el vino que tanto esfuerzo les había costado conseguir. Pero eso, al igual que dónde acabaron estrellándose las botellas vacías y lo del intenso dolor de cabeza a la mañana siguiente ya es otra historia.